UN CUENTO MUY HERMOSO

Una joven cierva se separó de la manada siguiendo el rastro de un aroma floral. Miró hacia atrás con un poco de miedo al separarse del cobijo de los suyos, pero su deseo por descubrir de donde emanaba la esencia era mayor que el temor.
Un vientecillo acariciaba su cuerpo y le empujaba hacia el lugar que le estaba esperando.
Al salir del bosque encontró un campo lleno de rosas y violetas. Se quedó inmóvil, ante tanta hermosura. Pero el viento le siguió animando a avanzar.
Entró en el prado y se tumbó. Cerró los ojos e inspiró el perfume que llenó todo su cuerpo de placer. Las hadas del lugar que estaban trabajando mucho para vestir el mundo de belleza se dieron cuenta de su presencia. Nunca antes les había visitado un ciervo. Se reunieron todas a su lado.
Algunas se sentaron en sus cuernos. Y la miraron como disfrutaba sintiendo la caricia del sol, rodeada de flores.

Parecía que hoy habían conseguido lo que se habían propuesto: llenar un corazón de gozo.

Empezaron a crear una corona para Nim. Enredaron en su cornamenta hiedra y flores de todos los colores y formas. Nim, la cierva, sintió un cosquilleo en todo el cuerpo, pues las hadas revoloteaban sobre ella y le regaban con estrellas de luz. Nunca antes se había sentido tan bien. Y se durmió, y soñó con que se levantaba y seguía un nuevo camino. Encontró otro bosque. Y en un claro había un grupo de ciervos. Les sentía diferentes. No por su forma, sino por su corazón y esa mirada tierna y salvaje que dirigían hacia ella, invitándole a seguirlos. Uno de ellos le atrapó con sus ojos y le abrazó el alma. Sintió la certeza que esta era su nueva familia y entonces despertó.
Entre las flores se abrió paso un ciervo, despacio, como si el tiempo se hubiera detenido. Ella sabía que era él. Como en el sueño. Se levantó. Se acercaron. Se olieron. Y coronada por las hadas y las flores, se aventuró a una nueva vida. Un halo de pureza les acompañaba.

Creado por: Mònica Gallifa

UN CUENTO MUY HERMOSO